Estos días me impactó mucho la foto de Steve Jobs, tomada en 1982 en su casa.
Se aprecia en la sala, sentado en un apacible piso de duela y rodeado de cosas necesarias: Una lámpara para leer, un pequeño equipo de sonido, un tapete para descansar, amplias ventanas para que entre la luz en el día, una chimenea para los días (y noches) fríos y una apetecible bebida caliente en sus manos, nada sobra en este espacio.
Durante esa década, este personaje de hoy vivió altibajos sorprendentes, siendo hasta finales de los 90´s cuando regresa por sus fueros.
Hoy en día muy pocos se imaginan que pasó momentos terribles cuando deja Apple, aunque posiblemente él lo haya podido disfrazar, no se fue a fines de los 80´s por su gusto de la empresa, pero su retorno y la llegada del iPod le dieron la gloria que hoy goza.
Los triunfos de Jobs me alientan de una manera muy especial, por ser capaz de crear lo que tantos idolatran y darle valor a las Ideas.
Guillermo Buelna
Tijuana, México
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