Powered By Blogger

sábado, noviembre 11, 2006

Segundo escrito sobre W. Styron


Definitivamente este escritor debió de ser descomunal, en menos de una semana en el periódico Reforma tanto Carlos Fuentes, Joe Woldenberg y en este escrito que copio un par de renglones abajo German Dehesa hace gala de su pluma como nunca para presentandor a Styron como inmortal:

Germán Dehesa
La claridad del mundo


Hoy jueves, en la plana editorial de "Reforma" leí un hermoso artículo que José Woldenberg le dedica al escritor William Styron, recientemente fallecido. Como yo aprecio y admiro a ambos, al leer esos renglones sentí eso que se siente cuando descubres que dos de tus amigos, también son amigos entre sí. Algo les quiero contar yo también acerca de Styron.

El primer libro que yo leí de Styron se titula "Las confesiones de Nat Turner" y me pareció inteligente, humano, implacable y compasivo a la vez, como lo fue Faulkner y como lo es Coetzee. Desde entonces me aficioné a su obra. Poseo la rara virtud de leer fluidamente el inglés y de estar genéticamente discapacitado para hablarlo (junto a mí, Fox es Winston Churchill). Obra que salía de Styron, obra que me merendaba siempre con fruto. Vino luego un largo silencio que, después de varios años, fue interrumpido por una pequeña obra. Su título era muy hermoso "La visible tiniebla", expresión genial del poeta Milton (ciego, por cierto) que, al redactar "El Paraíso Perdido" tropezó con la dificultad técnica de tener que describir el infierno que es un lugar donde sólo hay oscuridad. ¿Qué hizo entonces el poeta?: rebuscó en los rincones de su talento y de su creatividad y ahí encontró la fórmula verbal perfecta: la visible tiniebla. Milton la usó con toda eficiencia y Styron la empleó con toda perfección.

Líbrete el cielo, lectora lector querido, de tener que atravesar en algún momento de tu vida la región de la visible tiniebla. Se le llama también depresión profunda y es en esencia indescriptible: es el ser que se arroja a las turbias aguas del no ser. Styron la padeció, pero además en su caso fue agravada por una medicina llamada "Halción" supuestamente hipnógena, pero que provocaba, según se supo después, pérdida de memoria, agudización de los cuadros depresivos y varios horrores más. "La visible tiniebla" es el itinerario de la abismal tristeza que, como la ballena a Jonás, devoró a Styron. Es un libro terrible que precisa de lectores intrépidos y con buen estado de ánimo. Algo tiene la prosa de Styron que nos va contagiando de su condición abismal y abismada; pero no es por esto que estoy recomendando esta lectura; es más, no la estoy recomendando, estoy tan solo señalándola. Si alguien se decide a acompañar a este autor, podrá también vivir las peripecias del viaje de regreso. Día con día, lentamente, el espíritu de Styron va abandonando su postración y percibiendo, aquí y allá, algunas claridades. Amanece. Hacen falta valentía, amor, intrepidez, ciencia y paciencia para provocar un amanecer. El poeta Pedro Salinas dice que el amanecer es el gran rastro de luz que dejan los amantes que se acariciaron por la noche. No es el caso de Styron. Él provoca la luz como quien sale de una mina arruinada, sin más caricia que la de las hirientes piedras que lo acechan en la negrura. Asciende, asciende y de pronto ¡ahí está!: la claridad del mundo. Ésta es una hazaña que sólo el ser humano puede llevar a término. A veces, de vez en cuando, hay que ceder ante lo que Savater llama "la tentación del heroísmo". Se puede fracasar en el intento, pero si llegamos a recuperar la claridad del mundo, entonces serán nuestros los abrazos, las flores, las múltiples formas de la nube, el bosque, el ritual y blanco cuadrángulo de la cama y el amor consumándose. Todo esto ocurre en la claridad del mundo.

No hay comentarios.: